El rol de las expectativas en el inicio de un ciclo. Dante Sica

El país inició un nuevo ciclo que, por primera vez en varias décadas, permite esperar una transición ordenada. Pero los desafíos no son sencillos. La herencia económica genera la necesidad de actuar sobre lo urgente y en simultáneo, sobre lo estructural, eligiendo las medidas gravitantes y priorizando la búsqueda de consensos para contar con un horizonte de armonía y gobernabilidad.

El gobierno que asumirá en menos de diez días deberá capitalizar la expectativa que generó el resultado electoral y que comenzó a fisurar la pérdida de confianza instalada entre ciudadanos y empresas durante los últimos años, para potenciar un nuevo período de inversión y consumo que permita iniciar un camino de crecimiento sostenido.

Sin dilaciones, habrá de definir un plan económico consistente que abarque los temas centrales que hoy aquejan a la economía, resolviendo de manera integral los desequilibrios acumulados en los últimos años. El programa deberá apuntar a las causas de los desbalances y no a sus efectos: corrección fiscal, acceso al financiamiento, transparencia monetaria y cambiaria, normalización de precios relativos. Celeridad y credibilidad serán las características vitales para recuperar la confianza.

El legado puede resumirse en una economía estancada desde hace cuatro años, sin creación de empleo y con alta inflación. Este escenario genera la necesidad de trabajar en la agenda de lo inmediato aplicando cirugías de extremo cuidado en temas como el valor del dólar, los precios y la recomposición de las reservas.

Sin embargo, avanzar sobre estas cuestiones críticas y urgentes no tendrá sentido si en simultáneo no se enfrentan los desequilibrios de tipo estructural que hoy tiene la economía, como el déficit fiscal, la debilidad institucional, el financiamiento y el inserción externa, que impactan en la competitividad sistémica.

No se puede trabajar en un frente y descuidar el otro. Lo que se haga mirando más allá de los primeros meses de gestión, con la definición de las reglas de juego entendidas de manera amplia, serán claves para el manejo de las expectativas y, por ende, actuarán sobre la agenda de lo urgente.

El próximo año deberá ser necesariamente el de la transición entre la economía de la discrecionalidad y la falta de reglas de los últimos años hacia una etapa donde los proyectos postergados se vuelvan una realidad. La nueva administración no sólo deberá atacar los fuertes desequilibrios acumulados, sino que tendrá por delante la oportunidad de iniciar un proceso de desarrollo de mediano plazo, con la inversión como motor principal para que el país inicie el camino del crecimiento económico y social.