Entre el voto útil y la interna peronista. Ricardo Kirschbaum

Del editor al lector
Scioli pretende mostrarse por encima del riesgo electoral pero, como dice De la Sota, nada está definido aún.

Una nueva apelación proselitista irrumpió de apuro en la campaña de Macri y obligó a Massa a usar la misma partitura: el voto útil. Es una fórmula riesgosa en la sucesión de discursos y carteles porque denota debilidad en los segundos y potencia la retórica del primero. Ya le facilitó a Scioli meter un bocadillo de flamante licenciado en marketing: “Mientras pelean por el segundo puesto, yo estoy abocado al desarrollo del país”. Frase de campaña, si las hay.
Nadie ignora que se trata de una pelea por el segundo puesto para alcanzar el balotaje. Es una competencia en la que Scioli puja por romper el techo de los 40 puntos, mientras que Macri y Massa pelean por ocupar el lugar del desafiante, si el candidato oficialista no logra una distancia de 10 puntos.
El reclamo por el “voto útil” es, en verdad, un planteo que parte de la debilidad. Es un clamor para recibir votos que, en principio, pueden ir para otros candidatos pero que la oportunidad de llegar al balotaje lo transforma en necesarios. Y útiles.
Macri y sus primeras espadas –Durán Barba y Marcos Peña– ya se han convencido de que para llegar a ese lugar tan ansiado requieren de ayuda. Es decir del apoyo de aquellos que sostienen su adhesión a Massa o de los que consideran que el candidato del Frente Renovador tiene un discurso más sólido y atrayente, pero apoyarían a Macri para que Scioli no sea el Presidente.
Esta construcción teórica parte del supuesto de que el mejor candidato para vencer a Scioli es Macri. Otros, en cambio, creen que esto podría hacerse realidad si Massa es quien llega al segundo lugar. Por eso, mete también su baza subrayando que es preferible votarlo a él y no al líder del PRO. Como dice en confianza, José Manuel de la Sota: ésta es una elección rara porque nada está seguro.
Scioli, a quien tampoco se la han movido sustancialmente los números de las encuestas, trata de mostrar que está en otra cosa: ayer fue a entrevistarse con Tabaré Vázquez, el presidente uruguayo que dice de todo menos cosas bonitas de los Kirchner, y a Dilma Rousseff, contra las cuerdas por las denuncias de corrupción que sacuden a su gobierno.
El candidato oficialista sigue anunciando posibles ministros de su numeroso gabinete, ratificando en cada nombre que la impronta de su administración sería más peronista que kirchnerista, aunque del ramillete de posibles ministeriales se haya ponderado más la extracción partidaria que la idoneidad para el cargo.
Es decir, Scioli está pensando, por ahora, en la interna que, inexorablemente, librará con los K si llega a la Presidencia.