En búsqueda de fe y esperanza (1): Caería la producción de oleaginosas y podrían subir los precios en la campaña 2015/2016 Julio Calzada
Iniciaremos
esta entrega de nuestro informativo semanal con una dosis de humor, tan
necesaria en los tiempos actuales. Informamos a nuestros lectores que
repentinamente nos hemos vuelto místicos y hemos salido a la búsqueda de
elementos y datos que nos devuelvan "la fe y la esperanza". Pero
advertimos que nuestra búsqueda de fe, lamentablemente para nuestra
alma, no está impregnada del espíritu religioso que ha ganado al mundo
en los últimos tiempos, gracias al mensaje y a los notables gestos y
acciones del Papa Francisco. Lo nuestro es mucho más terrenal y
materialista. Buscamos fundamentos para creer que el precio
internacional de la soja (y el del resto de los granos, harinas y
aceites) pueden volver -el año próximo- a registrar los altos valores
que tenían hace tres años atrás.
Y
aunque parezca, y priori lo es, que nuestra preocupación es mundana,
materialista y basada en una búsqueda del lucro y la rentabilidad; en
realidad no es tan así. Una mirada sobre lo que podría pasar en el 2016
con la economía argentina nos muestra que necesitamos, imperiosamente,
una recomposición de los precios internacionales de los granos para
poder transitar equilibradamente la etapa que se viene sin que se vea
afectada -tan fuertemente- la actividad económica y el empleo de los
argentinos.
Recordemos
que Argentina generó en el año 2014 cerca de 28 mil millones de dólares
con sus exportaciones de granos, harinas y aceites vegetales. Las
exportaciones totales de nuestro país ascendieron ese año a 72 mil
millones de U$S. Esto significa que el 40% de las divisas generadas por
las exportaciones responden a ventas de granos, subproductos y aceites.
En el próximo año, el complejo sojero y el resto de los productos
agrícolas serán claves para que todos dispongamos de las reservas
necesarias para afrontar las importaciones de bienes y servicios que la
población necesita para su vida cotidiana, la compra de insumos, bienes
intermedios y equipamiento que el sector industrial demanda y para el
cumplimiento de los compromisos en materia de deuda pública, entre
otros. No mencionemos aquí otros compromisos como las divisas que
necesitaríamos para permitir la remisión de utilidades al exterior de
las empresas extranjeras, que desde la implementación del cepo cambiario
a finales del 2011 no han podido efectivizarse.
En
un año donde la mayor parte de los analistas hablan de que será
necesario equilibrar las cuentas públicas, bajar los subsidios y
efectuar cambios en la política cambiaria; contar con divisas
adicionales por un aumento efectivo en los precios internacionales de
los productos que exportamos, nos podría permitir que las correcciones
macroeconómicas que hay que realizar impacten menos sobre las empresas y
la vida cotidiana de la población.
Veamos
algunas de las noticias que hemos escuchado en la última semana en los
medios de comunicación y que generan una lógica preocupación:
a)
El Director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo
Monetario Internacional, Alejandro Werner habría expresado el
convencimiento de la entidad de que la economía argentina muestra
"tendencias insostenibles" que en el 2016 se traducirán en una recesión y
en mayor inflación que la de este año. Werner efectuó la presentación
del informe sobre perspectivas económicas regionales de la entidad,
indicando que para Argentina se espera un bajo crecimiento del 0,4% para
este año y una recesión del 0,7% para 2016. También prevén una
inflación del 25% para el año próximo, frente al 15% de 2015. Según el
organismo, en nuestro país un enorme impulso fiscal contribuyó a
estabilizar la actividad económica en 2015, pero los desequilibrios
macroeconómicos habrían empeorado y será necesario corregir el atraso
cambiario, el déficit fiscal y las tarifas de los servicios públicos en
el área metropolitana, que en su mayoría gozan de importantes subsidios.
Según el Fondo, se necesitará también una orientación monetaria más
restrictiva para contener los efectos de la inflación y limitar las
presiones de depreciación sobre el peso argentino. Lógicamente esta
visión fue cuestionada por el Ministro de Economía argentino, Dr. Axel
Kicillof quien indicó la falta de rigurosidad de los pronósticos del
Fondo, ya que tienden "siempre a sobreestimar el crecimiento de los
países centrales y a subestimar el de los países donde aplican políticas
que no están en línea con el pensamiento del FMI". Puntualizó además
que al Fondo "después le dan siempre mal los pronósticos".
b)
Funcionarios de la calificadora de riesgo Moodys indicaron que las
reservas internacionales del Banco Central le alcanzarían a la Argentina
para "sobrevivir hasta el 10 de diciembre" próximo, cuando asumirá un
nuevo gobierno. De allí su recomendación para resolver el litigio con
los holdouts y diseñar políticas públicas previsibles para recuperar el
financiamiento externo.
c)
En una medida que refleja los problemas en el terreno cambiario, el
Gobierno Argentino confirmó esta semana que intentará ampliar el swap
con China mediante negociaciones que continuarán en el mes de noviembre
de este año. Ante la falta de dólares, el Ejecutivo Nacional aspira a
duplicar el monto inicial, aunque podría acordarse una extensión por un
monto menor. Los primeros u$s 11.000 millones comenzaron a incorporarse a
las reservas del BCRA hace cerca de un año. Argentina habría solicitado
desembolsos casi todos los meses. Es importante resaltar que los yuanes
forman parte de las reservas de la autoridad monetaria y sólo pagan
intereses si el Banco Central argentino decide emplearlos, cambiándolos
por dólares o pagando importaciones chinas. Eso, según fuentes
oficiales, no habría ocurrido hasta el presente.
d)
Son numerosos los especialistas que sostienen la existencia de un
fuerte retraso cambiario, que afecta fuertemente a las exportaciones y
-principalmente- a las economías regionales. Esta semana disertaron en
la Bolsa de Comercio de Rosario dos conocidos economistas: Adolfo
Sturzenegger y Luis Secco. Ambos coincidieron sobre este tema y la
necesidad de adoptar medidas el año próximo para revertir el atraso
cambiario, ante la evidencia de que con el actual tipo de cambio oficial
la demanda de dólares supera ampliamente a la oferta y presiona
fuertemente sobre las reservas del BCRA y la brecha cambiaria. Hay
coincidencia que al actual valor de 9,45 $ por dólar hay cada vez mayor
cantidad de personas procurando atesorar en U$S, una mayor demanda de
divisas para viajar al exterior y una menor oferta de dólares de
exportación. El Banco Central de la República Argentina habría vendido
divisas en el mercado oficial de cambios a razón de 350/370 millones de
U$S promedio semanales, en el período que abarcan las últimas 10
semanas.
En
la medición del retraso cambiario, existen informes que sostienen que
-como consecuencia de la devaluación de la moneda brasileña y los
desequilibrios macroeconómicos argentinos-, el peso se habría apreciado
-en términos reales- cerca del 60% respecto de la moneda de sus
principales socios comerciales. Esta situación deberá revertirse en el
próximo año ante la fuerte caída de las exportaciones en el 2015.
e)
Otros economistas sostienen que el gasto público del Gobierno Nacional
creció a más del 35% en los primeros ocho meses del año y el déficit
fiscal se duplicó en un año, ubicándose en el 4% del PBI. Otros estiman
este porcentaje en el orden del 6 al 7% del PBI. La expansión de la Base
Monetaria se ubicaría en el 39% anual y el exceso actual de pesos que
emite el Banco Central fluye hacia el mercado de divisas, creciendo la
brecha cambiaria y el dólar informal. Esta situación debería ser
atendida el próximo año.
f)
La fuerte caída de las exportaciones argentinas por el retraso
cambiario permite suponer que el nivel de ventas al exterior este año
podría situarse en 62.000 millones de U$S, casi 20.000 millones menos
que el año 2013 y 10.000 millones de U$S menos que el año pasado. Podría
no haber superávit comercial este año. Este incierto panorama alimenta
las expectativas de devaluación.
Este
es el panorama de malas noticias macroeconómicas para lo que resta del
2015 y 2016. Veamos ahora lo sucedido en los últimos años con los
precios del complejo granario, generador clave de divisas para nuestro
país. En informativos semanales anteriores vimos la fuerte involución de
los precios del complejo sojero. Los precios de los futuros de soja en
Chicago actualmente son equivalentes a la mitad de los niveles que se
registraban hace 3 años atrás. Los precios de exportación de complejo
sojero han sido de los que mayores caídas han registrado en los últimos
tres años, junto con la cebada y la colza. El valor FOB del aceite de
soja cayó un 46% en tres años, el poroto de soja un 43% y la harina de
soja un 40% en dicho período (tres años).
En
este contexto, es fundamental que el año próximo Argentina cuente con
excelentes exportaciones de su complejo sojero y granario y que ojala
podamos ver una recuperación en los precios internacionales de los
productos que vendemos al mundo. Por eso salimos a buscar aquellos datos
que nos permitan recuperar la fe y la esperanza perdida. Uno de los
datos que encontramos es la posible caída en la producción mundial de
semillas oleaginosas en la campaña 2015/2016 y en la cosecha mundial de
soja, específicamente. Esto podría reducir la oferta mundial de estos
productos y, por ende, generar alguna recuperación en los precios
internacionales de los productos que exporta Argentina.
Según
información de Oil World Statistics Update del 25 de septiembre último,
la producción mundial de semillas oleaginosas caería en la próxima
campaña 2015/2016. Como puede observarse en el cuadro N°1, la producción
mundial en el ciclo citado podría llegar a ascender a 516 millones de
toneladas, unas 11 millones de toneladas menos que en la campaña
2014/2015 donde el registro se habría ubicado en las 527 millones de Tn.
Esto significa que no se repetiría el record productivo que se verificó
a nivel mundial en la 14/15. Tengamos presente que este ranking
comprende la suma total de las producciones nacionales de las siguientes
semillas: soja, girasol, colza, canola, algodón, maní, copra (pulpa
seca del coco), lino, sésamo, semilla de palma y ricino.
Recordemos
además que en la campaña que finaliza (2014/2015) el mundo se
sorprendió con un dato llamativo: la producción mundial de semillas
oleaginosas -por primera vez en su historia- quebró la barrera simbólica
de las 500 millones de toneladas anuales. Como indicáramos en alguna
nota de este informativo, este resultado es producto de los avances en
el paquete tecnológico utilizado en el cultivo de oleaginosas y a las
mayores áreas sembradas a nivel mundial. El primer factor emerge como el
más importante, ya que el área sembrada ha tenido un crecimiento mucho
más moderado: pasó de 266 millones de hectáreas sembradas anualmente a
nivel mundial (promedio de las 5 campañas que van desde 2010/2011 a
2014/2015) a casi 276 millones de hectáreas en el 2014/2015. Para el
nuevo ciclo (2015/2016) Oil World estima que caerá el área sembrada a
274,8 millones de hectáreas.
Regresando
al análisis del cuadro N°1, se infiere que en los últimos cinco años
los cuatro principales países productores de semillas oleaginosas han
sido los Estados Unidos de América, Brasil, Argentina y China. Salvo
Brasil, los otros tres países estarían viendo caer sus producciones
anuales en la nueva campaña 2015/2016. Las estimaciones que maneja Oil
World para Estados Unidos muestra que podría producir 1,7 millones de
toneladas menos que en la campaña anterior al igual que Argentina (caída
de 2,5 millones de toneladas) y China. Este último país registraría el
mayor retroceso, con casi 4,1 millones de toneladas menos que en el
2014/2015. Brasil, en cambio, aumentaría su producción, pudiendo
alcanzar las 100,3 millones de toneladas.
Las
perspectivas para la nueva campaña estarían reafirmando el
posicionamiento de nuestro país en el tercer lugar del ranking mundial,
aunque con una menor producción que en la 14/15. Estados Unidos de
América como Argentina y Brasil comparten un rasgo en común que no lo
tiene la producción de la República Popular China. En estos tres países
la soja ocupa un papel relevante y central en el total de la producción
de semillas oleaginosas. En cambio China presenta una producción de
semillas oleaginosas mucho más equilibrada y diversificada, cosechando
soja, colza, algodón y maní, con registros de producción que oscilan
entre las 9 y 11 millones de toneladas anuales para cada cultivo.
Las
proyecciones que realiza Oil World para la próxima campaña 2015/2016
son también negativas para la producción mundial de poroto de soja,
aunque con una leve caída como puede verse en el cuadro N°2. Se estima
que la cosecha mundial podría bajar a 315,2 millones de toneladas
anuales, cuando en la campaña que se cierra (2014/2015) había alcanzado
un record de 318,7 millones de toneladas. La caída sería del 1% en
términos interanuales.
En
el cuadro citado puede verse que de los cinco principales países
productores, Brasil y Paraguay podrían llegar a aumentar sus
producciones. Estados Unidos, Argentina y China verían caer sus
registros respecto del 2014/2015. Esperemos que esto no se concrete a
fin de que no se reduzcan nuestros volúmenes exportables. La caída más
fuerte, según las predicciones de Oil World, se registraría en nuestro
país quién sufriría una baja de 2,5 millones de toneladas de poroto de
soja. China produciría 1,8 millones de toneladas menos que el año
anterior y Estados Unidos perdería 1,5 millones de tn este año.
Si
bien es prematuro y estamos hablando de estimaciones, parecería que la
tendencia que se observó en los últimos años de un paulatino y sostenido
crecimiento en la producción mundial de semillas oleaginosas y poroto
de soja estaría llegando a su fin en la presente campaña. ¿Se
establecerá un techo en la campaña 2015/2016 o volveremos a crecer en el
futuro? Si se estabiliza en el futuro la oferta mundial de semillas
oleaginosas y, en especial la soja, habrá que ver qué sucede con la
demanda y con el principal importador, la República Popular China.