Parece
ser que, de no mediar exabruptos, Estados Unidos se dirige una vez más a
tener una excepcional cosecha de maíz, la tercera más grande de su
historia, incluso a pesar de una sensible reducción de la intención de
siembra merced de la merma del valor relativo del mismo y circunstancias
climáticas lejos de las ideales. Queda claro lo que ello representa a
nivel local con un tipo cambiario por demás atrasado, costos en alza y
restricciones a la comercialización: precios poco alentadores que alejan
a los productores del cultivo e incentivan dedicarse a la oleaginosa.
La
situación ya es de público conocimiento. El Departamento de Agricultura
norteamericano sacudió a los mercados de commodities agrícolas con un
reporte mensual que prevé rindes extraordinarios para la campaña 2015/16
tanto en maíz como soja. El mismo es el primero del año basado tanto en
relevamientos de campo al igual que en encuestas a productores de estos
cultivos. De acuerdo a las proyecciones actuales, la productividad
promedio sería la segunda más alta de la historia de aquel país, rozando
los 106 qq/ha, detrás del récord del año pasado de más de 107 qq/ha. La
misma lograría paliar parcialmente una reducción en el área cosechada
de casi un 2,5% con respecto al año anterior, la cual alcanzaría unos
32,8 millones de hectáreas y permitiría lograr una producción de 347,6
millones de toneladas.
El
alto rendimiento proyectado para la próxima campaña de maíz resulta
sorprendente en vista de las inusitadas condiciones climáticas acaecidas
durante la primavera del hemisferio norte, e incluso llama la atención
considerando la evolución presentada semana a semana en los informes de
avances de cultivos. Comparando los datos a fines de julio del año
pasado con los de este año, vemos que entonces un
5% más del área con maíz emergiendo se encontraba en condiciones buenas
a excelentes, y a pesar de ello, el rinde previsto para la temporada
15/16 se encontró casi 1 qq/ha por encima de la calculada en el mismo
informe para la campaña actual. Este fenómeno parecería denotar la alta
variabilidad de realidades presentes no sólo entre los estados al este y
oeste del Cordón Maicero, siendo los primeros más afectados por los
excesos hídricos, sino dentro de cada uno de ellos según cuan retrasado
se haya visto el inicio de las tareas por las lluvias y cómo los
terrenos hayan respondido ante las mismas.
Si
bien las proyecciones de agosto suelen dar cierto indicio de donde
terminará la cosecha, el margen de error presente en las mismas no posee
un significado económico menor, y el mismo podría verse acrecentado por
la variedad de casos antes mencionada. En las 10 temporadas anteriores,
el estimativo ha presentado una diferencia promedio con respecto al
valor relevado final cercana al 3%. Si el área cosechada resulta ser la
prevista, ello podría representar una producción alrededor 10 millones
de toneladas por debajo o por encima de la calculada actualmente sólo
por cambios en esta variable. El factor climático aún es importante para
la determinación de los rindes finales aun restando dos meses para que
la cosecha se encuentre a todo ritmo. Se pronostica que la próxima
semana traerá precipitaciones generalizadas a lo largo del Medio Oeste,
las cuales tendrán efectos ambiguos en diferentes zonas, recargando de
humedad los suelos de cara a lo que se espera sean meses con un menor
volumen de lluvias, pero agravando la delicada coyuntura de los
agricultores del este.
Los
prospectos para la demanda del grano norteamericano previstos en el
informe tampoco auguran una situación demasiado favorable. Si bien se
corrigieron al alza los guarismos de uso interno, tanto para combustible
como forrajero, las expectativas de exportación se ven limitadas a
pesar de la caída de los valores de exportación desde el Golfo. Si
bien la producción proveniente de la Unión Europea podría verse
sensiblemente reducida (en más de 13 millones de toneladas con respecto
al 2014, e incluso aún más con respecto a estimaciones privadas) como
consecuencia de las temperaturas extremas y condiciones secas, mejoras
en las perspectivas para Brasil y Ucrania (considerablemente más
competitivos) podrían compensar parcialmente este hecho.
El
cambio de panorama golpeó sensiblemente a los valores ofrecidos en la
plaza local por los exportadores a mediados de semana, los cuales
cayeron hasta el orden de los $800 la tonelada por la mercadería con
entrega a partir de la semana próxima, para luego recuperarse hasta
entre $850 y $900 ante el desánimo de la oferta. Por
la entrega diferida, entre diciembre y febrero del año próximo, los
valores oscilaron entre los $950 y $980. A diferencia de la semana
pasada no hubo ofertas abiertas con respecto a cosecha nueva. Los magros
precios deprimieron sensiblemente la operatoria no sólo en el recinto
físico de la BCR sino a nivel nacional. Si tomamos como referencia SIO
GRANOS vemos que del sábado pasado a la fecha se llegaron a operar
alrededor de 300 mil toneladas con entrega previa al inicio de la
próxima campaña, con una disminución del ritmo posterior a la salida del
informe el día miércoles.